¡Ya estoy harto!- pensaba Kurt
cada vez que alguien le volvían a romper el corazón –no puedo más, ya no puedo
más- Kurt empezaba a perder la esperanza. Cada vez que se enamoraba de alguien
se, terminaba decepcionando, nunca eran ni la mitad de lo que él esperaba… siempre
que alguien le gustaba se emocionaba mucho –quizá ese es mi problema- comenzó a
pensar el chico –me enamoro muy rápido, y no hay alguien que llene mis
expectativas…- Kurt comenzaba a frustrarse y creer que no encontraría alguien
que correspondiera a ese amor –creo que debería rendirme, cada chico que
conozco es un patán, o un tonto- estaba perdiendo las esperanzas sentía que no
podría volver a creer en el amor, varias veces lo había intentado, encontrar
alguien tierno, amable, caballero, que fuera lindo con él era enserio tan
difícil?, parecía que solo atraía a raros, lo habían decepcionado tantas veces
que empezaba a creer que no merecía el amor de nadie –y si es cierto lo que me
dijo Sebastian?-
Sebastian era un chico que
siempre molestaba a Kurt, desde que se había trasferido de la escuela Dalton a
Mckingley, Kurt había intentado salir con Sebastian después de que repetidas
veces Sebastian se lo había pedido pero resultó un desastre, y Kurt no lo
quería. Así que en cierto modo Sebastian estaba dolido porque Kurt no se
interesaba por él, así que todo el tiempo que alguien rechazaba a Kurt o que
Kurt terminaba con su novio, además de ir a decirle que él no hubiera hecho
algo así, Sebastian le hablaba muy feo le decía que nadie además de él lo iba a
querer cosas que hacían que Kurt se sintiera mal y por eso no quería salir con
Sebastian era demasiado pesado para su gusto.
Sin darse cuenta Kurt estaba
caminando por una calle que no conocía, se había perdido en sus pensamientos y
había salido del café sin darse cuenta, no estaba prestando atención a lo que hacía.
Estaban en otoño, y los días estaban un poco extraños, en la tarde hacía un
calor infernal, a Kurt no le gustaba sudar. Pero en la noche hacia mucho, mucho
frio –Donde estoy- se preguntó a sí mismo
–estas en la 8° avenida, por la
academia Dalton- le respondió una voz dulce y sexi que estaba detrás de él, al
voltearse se encontró con un joven de baja estatura, cabello negro rizado controlado
por un montón de gel en él, muy apuesto y muy bien vestido, que le sonreía y lo
miraba con curiosidad en unos hermosos ojos color miel con enormes pestañas y
cejas en forma de triángulo lo cual hizo reír un poco a Kurt que trato de
aparentar –mira allá esta la academia- señaló el chico apuntando a un gran
edificio muy elegante que Kurt había conocido bien, había estado en su año
“freshman” ahí pero se cambió a la misma escuela que su hermanastro al terminar
el curso cuando su padre se casó, lo cual fue un alivio ya que así ya no tenía
que soportar a Sebastian todo el tiempo y ahora en la nueva escuela tenía muy
buenos amigos, aunque solo había cursado un año ahí ahora.
–perdona no me presente- continuo
el chico sin notar mucho el sonrojo de Kurt –hola mi nombre es Blaine Anderson-
a Kurt se le iluminó la cara, este chico era muy lindo y lo miraba con una
hermosa ternura
–no Kurt, ¿después de todo esto
no has aprendido nada?- pensaba para sí mismo el chico que se empezaba a
sonrojar aún más por la mirada de Blaine –soy Kurt Hummel- le respondió casi en
automático mirando su sonrisa y notando el dulce aroma que emanaba del
muchacho, este aroma lo volvía más atractivo aun. Kurt no podía parar de
mirarlo y casi había olvidado que se había perdido. Aunque Kurt había estado en
Dalton, no recordaba mucho, muchas veces se había perdido en esas calles, no
era muy bueno para las direcciones además que se encontraba algo cansado
- ¿Estás perdido?- preguntó
Blaine mirándolo a los ojos y acercándose un poco más
–emm… si- a Kurt le daba pena
admitir que se había perdido, pero no estaba pensando sus respuestas, no
pensaba mucho de lo que decía, estaba muy concentrado mirando a “Blaine Anderson”
más atractivo que cualquier novio que Kurt hubiera tenido jamás y además, era
muy atento y tierno.
– ¿Quieres que te ayude a llegar
a algún lugar?- preguntó Blaine levantando un poco la cara de Kurt para mirarlo
directo a los ojos, había agachado la mirada para ocultar un poco su sonrojo.
–No quisiera molestar- dijo Kurt
soltándose de la suave y cálida mano de Blaine y agachando de nuevo la mirada.
–No me molesta- contestó Blaine
sonriendo y tomando de nuevo la barbilla
de Kurt, el cual se volvió a sonrojar –ven, ¿a dónde quieres que te lleve?-
continuó Blaine tomando a Kurt de la mano y comenzando a caminar hacia
enfrente.
–emm… si quieres podrías dejarme
en la preparatoria Mckingley de ahí si se cómo llegar- Kurt se sonrojó aún más pero
Blaine no lo dejó bajar la mirada.
–oye- volteo a verlo Blaine
comenzando ya a caminar –no bajes la mirada, tienes unos muy lindos ojos, todo
el mundo merece el derecho de ver esos ojos- Kurt sintió como, si antes no
estaba completamente rojo ahora el color tomaba completamente el control de su
cara y veía a Blaine sonreír al notarlo –y, si quieres te llevo directo a tu
casa, supongo que es un camino más largo…- Kurt no entendió bien lo que dijo
pero accedió y le dijo la dirección –bueno, entonces tomaremos el camino más largo-
dijo Blaine comenzando a jalar un poco a Kurt, que traía una maleta que llevaba
a todos lados, pero en este momento pesaba un poco más de lo común y le
lastimaba el hombro
–Auch- dijo el de cabello castaño
moviendo un poco el asa de la maleta tratando de acomodarla para que dejara de
doler.
– ¿Quieres que te ayude?- dijo
Blaine y sin dejar que contestara le quitó la mochila a Kurt y se la puso él
para seguir caminando.
–emm… -Kurt no sabía que decir
–gracias- solamente dijo gracias, Blaine lo volteo a verlo, sonriendo.
Siguieron caminando por muchas calles que Kurt no conocía, comenzaba a sentirse
algo nervioso, en realidad no conocía a Blaine, era un chico que se había
encontrado en la calle… nunca antes había hablado con él pero, de cierta forma
sentía como si lo conociera de toda la vida, Kurt siempre había sido muy
desconfiado pero, con Blaine era como si se conocieran de siempre, como si
fueran viejos amigos, y extrañamente confiaba mucho en él y el estar con él lo hacía
sentirse seguro… de pronto, Blaine rompió el silencio
– ¿Y, tú estudias ahí en Mckingley?-
Kurt no sabía porque, pero no desconfiaba de Blaine en ninguna forma, había
accedido a llevarlo a su casa y aunque no se conocían, era muy amable y lindo.
–emm... sí, antes estaba en
Dalton pero me transferí cuando mi padre se casó- respondió algo dudoso pero
sentía muy firme y suave al mismo tiempo la mano de Blaine sobre la suya y eso
lo hacía sentir bien
–Yo estudio actualmente en
Dalton, voy a entrar a mi año “Sophomore”- le contó Blaine volteando a
sonreírle de vez en cuando y aun sosteniendo su mano muy suavemente
–bueno, quizá por eso no nos
conocemos- continuo Kurt –yo Salí de Dalton en mi año “Sophomore” ese ya lo
cursé en Mckingley y tu entraste ese año a Dalton- dijo Kurt acercándose un
poco, volviendo a recibir el suave aroma de la colonia del otro, en poco tiempo
ese olor había logrado volverlo loco, era un olor muy dulce y Kurt se estaba
enamorando hasta del olor de este chico.
–Entonces, dices que este año tú
ya eres junior- preguntó Blaine para seguir la conversación aunque creía que
era casi obvio que Kurt era junior
–ha, si- dijo Kurt entendiendo el
motivo de la pregunta –sí, y la verdad en un principio me arrepentía un poco de
haberme cambiado, pero ahora tengo muy buenos amigos y conozco mucha gente-
Kurt en cierto modo no sabía de qué hablar pero se sentía seguro de que dijera
lo que dijera Blaine no lo juzgaría ni lo criticaría y en verdad Kurt deseaba
que sus presentimientos sobre Blaine fueran verdad.
-juegas algún deporte- no pudo
evitar preguntar Blaine, ya que él era jugador de Rugby y eso le gustaba mucho
–emm…- algo apenado Kurt –no, soy porrista-
dijo sintiéndose muy avergonzado por decirle eso a Blaine
–eres porrista?- preguntó Blaine
volteando a ver a Kurt, algo sorprendido, sonriendo, le parecía muy interesante
un chico porrista.
–Bueno, en cierta forma no hago
muchas rutinas, más que todo canto- dijo Kurt pensando que Blaine se iba a reír
de que era un chico porrista –patético ¿no?- dijo Kurt agachando de nuevo la
cara.
–encantador- le contestó Blaine
levantando de nuevo la mirada de Kurt y sonriéndole con ternura –pienso que es
encantador que seas porrista, me parece muy lindo- Kurt volvió a sonrojarse
pero ya no podía bajar la cabeza porque Blaine se acercaba más cada vez que él
lo hacía y esto lo ponía muy nervioso –bueno, sigamos, ya no falta mucho para
que lleguemos a tu casa- dijo Blaine mirando a Kurt, y ahora enganchando su
codo en el del castaño provocando que sus cuerpos quedaran muy pegados y Kurt
volvió a ponerse total y completamente rojo, tenía el aroma de Blaine tan cerca
que sentía que ya se había impregnado en él.
La noche calurosa, de la nada
comenzó a enfriarse y debido a que Kurt siempre llevaba muchos objetos variados
en su bolsa no le preocupaba este tema. Sin embargo, comenzó a notar que Blaine
tenía algo de frio porque sus dedos se había enfriado de la nada, estaba casi
helado, sin controlar sus manos, toco la mejilla y la nariz de Blaine y noto
que también estaban heladas
–te estas congelando- le dijo a
Blaine algo preocupado, Kurt tenía la tendencia a ser muy caliente así que no
era un problema, pero por cualquier cosa siempre llevaba en su maleta algunas
cosas para el frio, por el cambiante clima de donde vivía
–si- rio Blaine tomando un poco más
fuerte la mano de Kurt que tenía agarrada –un poco- Kurt comenzó a acercarse un
poco más a él, y pronto recordó la bufanda que traía en su maleta.
–espera- sopesó deteniéndose de
golpe y jalando a Blaine para detenerlo –tengo… una bufanda en mi maleta- se
detuvo a observar el outfit de Blaine, ya que no le agradaría prestarle la
bufanda si no quedaba con lo que llevaba puesto, pero notó algo en lo que no se
había fijado, algo raro en él, Blaine iba muy bien vestido, bien arreglado y a
la moda, y justamente quedaba perfecta la bufanda, así que tomó su mochila, y
la sacó para ponérsela a Blaine, ya con la bufanda puesta, lo volvió a tomar del
brazo y siguieron caminando, Kurt vio como entraba a su cuadra, ya reconocía
donde estaba, o bueno quizá pudo haber reconocido algo antes pero estaba muy
ocupado analizando y deleitándose con el buen gusto, hermosos ojos y aroma del
chico que lo llevaba tomado de la mano.
–bueno, creo que aquí ya vas
sabiendo donde estas- dijo Blaine en una risa notando que Kurt miraba a todos
lados.
–hm… si es raro, he pasado
millones de veces por estas calles pero hoy… se sienten diferente- se le salió
a Kurt, no notó lo que dijo pero cuando lo notó también pudo darse cuenta de
que Blaine pintó una hermosa sonrisa que no le había visto en la media hora que
habían estado caminando y charlando, una sonrisa que reconocía bien, una
sonrisa que había visto muchas veces en él y que solo había visto una vez en
alguien más además de Blaine, es la misma sonrisa que puso muchas veces
Sebastian antes de que Kurt le dijera que no era su tipo. Esa mirada que había
visto muchas veces en el espejo cuando estaba arreglándose para salir con
alguien que le gustaba mucho, esa
mirada, que le había causado tantos problemas antes.
Aparentando que no había visto
nada que le resultara familiar, comenzó a jalar a Blaine a la puerta de su casa
deseando que su padre no estuviera en casa, Carole (su madrastra buena) y Finn
(su hermanastro) no le preocupaban pero su padre era muy celoso sobre todo
desde que supo que Kurt era gay –bueno, ya llegamos- dijo Kurt algo triste, de
ya no poder pasar tiempo con Blaine, pero sabía que si Blaine no le pedía su número
pronto moriría de tristeza –bueno- continuó algo impaciente –no tendrás problemas
en llegar a tu casa?- Kurt no se había percatado de la molestia que era, quien
sabe dónde vivía este chico, pero podría estar en peligro al volver a su casa.
–Sabes algo gracioso…- dijo
Blaine sonriendo y por primera vez mirando hacia abajo –vivo a 4 cuadras de
aquí- Kurt no lo podía creer, básicamente la vida había tratado de que se
conocieran, vivían muy cerca, Kurt había ido a la misma escuela en la que
Blaine estaba y se encontraba cerca de Dalton cuando Kurt se había perdido.
–Kurt… estaba pensando…- Blaine
se había puesto algo nervioso –no sé cómo decir esto… iré al grano, cuál es tu
numero- a Kurt se le detuvo el mundo, en cierto modo, había esperado toda la
noche para oír eso.
–pues… -Kurt, algo sonrojado,
Blaine tomó su celular y se lo dio a Kurt, el cual escribió su celular y se lo
entregó a Blaine, algo nerviosos, ambos, solo se miraban –hasta luego Blaine-
dijo Kurt tomando de atrás de él, el pomo de la puerta y abriéndola para
entrar. –hasta luego Kurt- le contestó Blaine sonriendo y mirándolo con mucha
ternura en sus ojos, ambos olvidándose de la bufanda y de la mochila.
Kurt solo entró y al cerrar la
puerta se recargó contra ella y en un gran suspiro calló hasta el suelo desconcertando
a Carole que, estaba acostumbrada a ver y prácticamente vivir todos los
enamoramientos y decepciones de Kurt –que es ahora Kurt- dijo Carole en un modo
amistoso y paternal mirándolo y en cierto modo preocupada porque siempre terminaba
lastimado de cuando se ilusionaba – ¿seguro que no resultará como siempre?-
pregunto Carole como para que Kurt tocara el piso.
Kurt lo pensó un poco, nunca
había visto esa sonrisa tan tierna en nadie además de Sebastian, no la podía
quitar de su mente, el tema con Sebastian era su actitud y Blaine sin embargo
era tan lindo y dulce que no se parecía en nada a él. Después de repasar
lentamente todo lo que había pasado tan rápido esa noche Kurt recordó algo…
Blaine se había quedado su mochila y su bufanda entonces, Kurt tomo su celular,
planeaba mandarle un mensaje a Blaine y decirle que debían verse al otro día
para que le devolviera sus cosas, que era urgente pero en el momento en que iba
a enviar, sonó el timbre.
Carole abrió la puerta y Kurt se
llevó una linda sorpresa –emm Kurt, creo que no te devolví tu mochila- dijo la
melodiosa y sexi voz de Blaine a través del marco de la puerta.
–Creo que se está quemando la
cena- dijo en ese momento Carole y salió corriendo hacia la cocina. Kurt se rio
entre dientes ya que Carole no cocinaba casi siempre la cena era instantánea o
la cocinaba Kurt.
–gracias de nuevo- dijo Kurt de
una manera tierna tomando su maleta y tirándola por un lado de la puerta dentro
de la casa –quisieras pasar- mencionó Kurt sin percatarse de lo que decía.
Blaine sonrió de nuevo con esa sonrisa que a Kurt le encantaba.
–lo siento, me encantaría pasar,
pero si no llego pronto mi hermano se preocupara, y ni hablar de lo que me hará
mi madre- Kurt también sonrió aunque algo decepcionado en verdad moría por
pasar un rato más con Blaine –perdón, no te devuelvo tu bufanda porque así,
tengo una excusa para invitarte un café mañana- dijo Blaine acercándose mucho a
Kurt hablando a su oído, tomándolo por sorpresa y dándole un ligero pero dulce
beso en la mejilla. Después poniéndose bien la bufanda salió corriendo y Kurt
lo miró hasta que se perdió en la esquina.
Carole que había estado viendo
todo desde la puerta de la cocina solo metió bien en la casa al petrificado
Kurt y cerró la puerta.
–Tú también lo sientes verdad- dijo Kurt
saliendo del trance y mirando con ilusión a Carole – ¿qué? Esa sensación de
cuando simplemente sabes que alguien es el correcto, si… quizá él podría ser el
correcto para ti Kurt- dijo con una mirada de inspiración que hizo a Kurt
sentir algo extraño. Pero ignorando esa sensación Kurt tomó su mochila y se
dispuso a subir a su cuarto, corrió hacia él y cerrando la puerta con cuidado
de no despertar al seguramente dormido Finn, se tiró sobre su cama abrazando su
mochila y percatándose que tanto a su ropa como a su mochila se les había
impregnado ese dulce aroma, ese penetrante y perfecto olor, el olor de Blaine y
se dio cuenta de que por primera vez comenzaba a creer en el destino.